Google ha ampliado su lista negra en su motor de búsqueda a sitios web de intercambio de archivos como The Pirate Bay, isoHunt o TorrentReactor y también a sistemas de almacenamiento como 4shared, filesonic y fileserve.
Google trabaja en una línea intermedia (pero débil) para no ser considerado como ‘el censor de la Red’ mientras que por otro hace esfuerzos para mantener buenas relaciones con los titulares de derechos de autor, discográficas y estudios cinematográficos.
Así, por un lado, es una de las compañías que más se está significando en la lucha contra SOPA, la norma antipiratería Stopping Online Piracy Act del Congreso estadounidense convertida en el mayor ataque gubernamental contra la libertad de expresión en la Red de redes y que pretende bloquear un sitio web en cualquier parte del mundo, obligar a las operadoras a filtrar el tráfico y hasta modificar unilateralmente el sistema de gestión de dominios a nivel mundial cuyo servidor raíz de DNS se encuentra en Estados Unidos.
En el otro extremo, y después de un avance implementado en enero, Google ha incluido a otro buen número de portales P2P y compañías de almacenamiento masivo en una lista negra que impide a los mismos utilizar servicios como ‘autocompletar’ e ‘instant’ en el motor de búsqueda.
No, no es una censura al uso porque los resultados de estas páginas siguen saliendo en su buscador, pero la caída de tráfico es brutal para compañías totalmente legales y legítimas como BitTorrent Inc, RapidShare o Fileserve.
“Es mucho más sutil que la censura que pretenden normas como PROTECT IP y SOPA, pero aún asísigue siendo censura y se empieza por lo pequeño. Google se está convirtiendo en un Gran Hermano que implanta su propia justicia en la Web”, indicó el propietario de isoHunt.
Desde Google guardan silencio y sólo sabemos algo de su opinión por declaraciones anteriores:“aunque no hay una solución mágica para la infracción de derechos de autor, esta medida es uno de las varias que hemos puesto en marcha para frenar la infracción de copyright en línea”.
Lo malo, repetimos, es que se trata de compañías hasta ahora declaradas perfectamente legales y con las que Google emplea un trato discriminatorio al dictado de las grandes estudios de cine y discográficas.
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